lunes, 17 de agosto de 2015

Documentos y Textos Iniciales sobre el Crimen (1942-1946-1972-1977-1986)

El Crimen de Gaztelu                                   Indice                               Asesinados en la Sima

Fotografía de 1942, donde aparece José Sagardía Goñi, el único hermano que quedó vivo de la familia, que parece ser fue obligado a ir al frente con el Requeté y después se alistó a la División Azul. En las dos guerras estuvo su tío el General Sagardia.


En el año 1946 se cerró la Causa 167, que se había abierto en 1937.




En el "Fondo Manuel Irujo", de 1972, consta  una ficha sobre la familia Sagardia-Goñi (1972.12.19)


Manuel Irujo, ya en 1972, "quiere saber con todo detalle: Nombres, fechas, todo lo que pueda averiguarse".


Ficha de Jose Maria Jimeno Jurio, sobre la familia Sagardia-Goñi (1977)


En el libro "NAVARRA 1936, de la Esperanza al Terror" (986, Sacado de la 9ª edic.2008, pag.395)

El Crimen de Gaztelu
Altaffaylla NAVARRA 1936 - De la Esperanza al Terror
El de Gaztelu es uno de los ejemplos más espeluznantes de la violencia que azotó Navarra a raíz del golpe militar, siendo muy difícil encontrar en otros lugares nada similar. De forma breve y superficial, a la espera de que esta trágica historia pueda ser algún día totalmente esclarecida, exponemos aquí los pocos datos que hemos podido entresacar tras el muro de silencio con el que en el pueblo, y en toda la comarca incluso, ocultan lo acontecido.

El 2 de enero de 1919, en la iglesia de Donamaria, contrajo matrimonio Pedro Antonio Sagardia Agesta, de 29 años de edad y natural de Oiz, con Juana Josefa Goñi Sagardia, de 21 años, natural y vecina de Donamaria. Del matrimonio nacieron ocho hijos: los dos primeros, Jose María y Joaquín en Donamaria y los otros seis, Fco. Javier, Antonio, Pedro, Julián, Martina, Jose María y Asunción, en Gaztelu, donde tenían fijado el domicilio.

Desconocemos los motivos por los que un padre de familia tan numerosa, que en 1936 contaba con 46 años, tuvo que salir al frente junto con su hijo mayor de 17 años. Algunos testimonios nos han indicado que fueron obligados. Sea lo que fuese, lo cierto es que la familia se quedó en la más cruda necesidad, con la madre Juana Josefa al frente de una ristra de hijos, proporcionalmente repartidos entre los 16 años de Joaquín y el año y cuatro meses de Asunción, la más pequeña.

Al principio algunos vecinos ayudaron a la familia, pero en la medida en que la guerra hacía aumentar las necesidades, comenzaron a acusarles de realizar pequeños hurtos de patatas, cebollas, berzas, manzanas, etc. en los huertos de algunos vecinos. Lejos de plantear alguna solución digna del problema, un grupo de estos vecinos se personó en el puesto de la Guardia Civil de Santesteban, presentando denuncia ante el sargento Zubizarreta Gastesi. Este les dio a entender que lo solucionasen de la forma que ellos estimasen más conveniente, dejación esta que pudo suponer la sentencia de la familia.

Al día siguiente unos vecinos hicieron trasladarse a la madre con sus siete hijos a una txabola de las cercanías. Esa misma noche desaparecieron sin dejar rastro. Para siempre.

La creencia general es que les arrojaron a todos a una profunda sima de la parte alta del término de Gaztelu, a la que tiraron luego gran cantidad de piedras y leña para evitar que fueran rescatados. La txabola donde estuvo la familia fue quemada posteriormente. Después el silencio. El absoluto silencio de los culpables y delos cómplices. El silencio también de los temerosos, muchos, en aquellos días aciagos.

La familia sin embargo, estaba emparentada con el famoso General Sagardia, que promovió una inicial investigación de los hechos. Soldados rastrearon la zona sin resultado alguno y los bomberos de Pamplona no pudieron con sus escalas, llegar al fondo de la sima.

Varios vecinos, fueron detenidos y conducidos a la cárcel de Pamplona, siendo defendidos por el abogado baztanés Julio Etxaide. Al poco tiempo, tras una libertad provisional, quedaron libres, echándose tierra sobre tan escandaloso asunto. Al parecer, el propio General Sagardia, aconsejado por sus superiores, cesó en sus investigaciones, dado lo espinoso del asunto y el daño que el mismo podría causar a la imagen del nuevo régimen. Las autoridades del pueblo y de la zona, adictas al Movimiento, no podían resultar ajenas a la responsabilidad de los hechos.

El padre regresó de la guerra y falleció al poco tiempo. El hermano mayor se marchó  del pueblo, empleándose en labores de labranza, residiendo en la zona bajonavarra, donde se le podía ver por los mercados de Donibane Garazi.

Ni en los libros de difuntos de la parroquia, ni en los del juzgado se registraron los fallecimientos. El misterio cubrió el asunto y convirtió en tabú cualquier alusión al mismo. Si no fuese por las anteriores referencias documentales, se diría que la familia Sagardia-Goñi, no había existido nunca. Cincuenta años después, los hechos esperan ser esclarecidos. Quede aquí al menos la denuncia.



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